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A coger y a mamar que el mundo se va a acabar es una pieza que es un cobijo existencial. Es una escapatoria, una protección, un talismán, una negligencia y una manera de palear con la impotencia. Siento una impotencia inmensa frente a este mundo que se desmorona, que no tiene piedad de nada y que estamos matando. Quería que fuera una cobija para reflejar la negligencia que a veces tengo, porque al final, no puedo hacer mucho. Es un resguardo frente a la ecoansiedad, el estado del mundo geopolíticamente y finalmente, frente a la muerte. Esta frase es un dicho mexicano, y la quise tejer como forma de cobijo de la ansiedad existencial frente a un mundo desesperadamente incierto.

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